Como esa extraña sensación de cuando estás en la playa y hace calor. De repente te entran
ganas de darte un baño. Te levantas de la toalla. Te acercas al agua. Te metes dentro. Pero
el agua está fria. A veces muy fria. En ese momento, hay quien lo deja correr y vuelve a
tumbarse y a soportar el calor. Otros, en cambio, se sumergen. Y tan sólo estos últimos,
despues de unas cuantas brazadas, alcanzan a saborear hasta el fondo ese gusto único y un
poco extraño de libertad total, hasta de sí mismos.
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